Barnes y Holmes
Arthur y George es una novela del prolífico Julian Barnes, autor
británico muy conocido en nuestro país desde la publicación de Hablemos del asunto y
El loro de Flaubert.
Tal como indica el título, ésta es una novela basada en hechos reales construida alrededor de dos personajes, Arthur Conan Doyle, el creador del personaje de Sherlock Holmes, y George Edalji. Las historias de ambos personajes transcurren paralelas hasta que en un momento determinado se cruzan con intensidad, para luego volver a separarse. George Edalji es el hijo mestizo de una escocesa y del vicario de origen parsi de Great Wyrley. Desde pequeño, vive una vida bastante alejada de la comunidad que le rodea, en parte por su gran miopía sin tratar, pero también por su carácter reconcentrado y la rigidez de los valores morales inculcados por su padre. Llega a ser abogado y a ejercer en un despacho de Birmingham. Sin embargo, un fantasma que le persigue desde los años de adolescencia vuelve a aparecer. Lo que empezó con un acoso con cartas anónimas amenazantes y intimidatorias, termina con una acusación formal de ser el autor material del desuello nocturno de un pony de Great Wyrley. George, en tanto que abogado, confía en que una correcta y justa aplicación de la ley le absolverá, pero se equivoca y es condenado a siete años de prisión. El eco del caso Dreyfus, militar alsaciano de origen judío acusado y condenado injustamente por espionaje, está latente.
Y aquí es donde entra el personaje de Conan Doyle, del que ya sabemos muchas cosas porque a medida que Barnes nos cuenta la peripecia de George, también nos narra el ascenso biográfico de Arthur. Nos lo presenta como un hombre vital, apasionado y generoso, imbuido en los ideales de honor del siglo XIV. Son éstos los ideales que lo harán implicarse en el caso de George, pero también dilatar en el tiempo la resolución final de un asunto personal, que lo desconsolará durante buena parte de su vida adulta.Arthur conoce el caso George Edalji una vez éste ha salido de la cárcel con la libertad condicional. Inmediatamente se indigna por lo que considera un injusticia cometida por razones raciales y decide hacer todo el ruido posible para conseguir la absolución de George, el arresto de los verdaderos culpables y la condena de lo que considera una actuación por lo menos tendenciosa por parte de los estamentos policial y judicial. La huella del J'accuse...!, de Émile Zola, vuelve a ser manifiesta.
Las claves de la excepcionalidad de esta novela se pueden resumir en la consecución de su meta principal, la ambición. Y es que en efecto nos encontramos ante una obra ambiciosa con todos los peligros que ello conlleva cuando la acomete un autor que no tiene la dilatada experiencia y la gran pericia de Julian Barnes. Enfrentarse a la narración ficcional de unos acontecimientos reales y controvertidos en la que, además, uno de los personajes principales es uno de los máximos exponentes de la cultura británica, no es una tarea sencilla. Por si esto fuera poco, nos encontramos ante una suplantación doble. Arthur Conan Doyle hace por vocación de Sherlock Holmes, aplicando al caso de George Edalji todas las técnicas detectivescas que ha empleado en la narración y resolución de los casos de las novelas del detective. Este hecho generará desconfianza e hilaridad irónica por parte del estamento policial que investigó el caso cuando se tenga que enfrentarse a éste. La consecuencia inevitable de esta primera suplantación es que Julian Barnes, a su vez, se convierta en Arthur Conan Doyle, convirtiéndose en un hábil narrador de tramas detectivescas, que recrea la dualidad psicológica de los personajes de Sherlock Holmes y el Doctor Watson en Arthur Conan Doyle y su secretario, el señor Woods.
Y sin embargo no estamos solos ante una novela de detectives postmoderna con base histórica, también estamos ante un texto donde se reflexiona sobre la moralidad y el honor no sólo a través del caso Edalji, sino que también por medio del adulterio platónico. Es también una novela sobre la falibilidad de las creencias y un retrato de costumbres de la Inglaterra profunda. Un cúmulo de ingredientes que hacen de lo más apetitosa esta novela que convierte personas reales en personajes literarios.
Tal como indica el título, ésta es una novela basada en hechos reales construida alrededor de dos personajes, Arthur Conan Doyle, el creador del personaje de Sherlock Holmes, y George Edalji. Las historias de ambos personajes transcurren paralelas hasta que en un momento determinado se cruzan con intensidad, para luego volver a separarse. George Edalji es el hijo mestizo de una escocesa y del vicario de origen parsi de Great Wyrley. Desde pequeño, vive una vida bastante alejada de la comunidad que le rodea, en parte por su gran miopía sin tratar, pero también por su carácter reconcentrado y la rigidez de los valores morales inculcados por su padre. Llega a ser abogado y a ejercer en un despacho de Birmingham. Sin embargo, un fantasma que le persigue desde los años de adolescencia vuelve a aparecer. Lo que empezó con un acoso con cartas anónimas amenazantes y intimidatorias, termina con una acusación formal de ser el autor material del desuello nocturno de un pony de Great Wyrley. George, en tanto que abogado, confía en que una correcta y justa aplicación de la ley le absolverá, pero se equivoca y es condenado a siete años de prisión. El eco del caso Dreyfus, militar alsaciano de origen judío acusado y condenado injustamente por espionaje, está latente.
Y aquí es donde entra el personaje de Conan Doyle, del que ya sabemos muchas cosas porque a medida que Barnes nos cuenta la peripecia de George, también nos narra el ascenso biográfico de Arthur. Nos lo presenta como un hombre vital, apasionado y generoso, imbuido en los ideales de honor del siglo XIV. Son éstos los ideales que lo harán implicarse en el caso de George, pero también dilatar en el tiempo la resolución final de un asunto personal, que lo desconsolará durante buena parte de su vida adulta.Arthur conoce el caso George Edalji una vez éste ha salido de la cárcel con la libertad condicional. Inmediatamente se indigna por lo que considera un injusticia cometida por razones raciales y decide hacer todo el ruido posible para conseguir la absolución de George, el arresto de los verdaderos culpables y la condena de lo que considera una actuación por lo menos tendenciosa por parte de los estamentos policial y judicial. La huella del J'accuse...!, de Émile Zola, vuelve a ser manifiesta.
Las claves de la excepcionalidad de esta novela se pueden resumir en la consecución de su meta principal, la ambición. Y es que en efecto nos encontramos ante una obra ambiciosa con todos los peligros que ello conlleva cuando la acomete un autor que no tiene la dilatada experiencia y la gran pericia de Julian Barnes. Enfrentarse a la narración ficcional de unos acontecimientos reales y controvertidos en la que, además, uno de los personajes principales es uno de los máximos exponentes de la cultura británica, no es una tarea sencilla. Por si esto fuera poco, nos encontramos ante una suplantación doble. Arthur Conan Doyle hace por vocación de Sherlock Holmes, aplicando al caso de George Edalji todas las técnicas detectivescas que ha empleado en la narración y resolución de los casos de las novelas del detective. Este hecho generará desconfianza e hilaridad irónica por parte del estamento policial que investigó el caso cuando se tenga que enfrentarse a éste. La consecuencia inevitable de esta primera suplantación es que Julian Barnes, a su vez, se convierta en Arthur Conan Doyle, convirtiéndose en un hábil narrador de tramas detectivescas, que recrea la dualidad psicológica de los personajes de Sherlock Holmes y el Doctor Watson en Arthur Conan Doyle y su secretario, el señor Woods.
Y sin embargo no estamos solos ante una novela de detectives postmoderna con base histórica, también estamos ante un texto donde se reflexiona sobre la moralidad y el honor no sólo a través del caso Edalji, sino que también por medio del adulterio platónico. Es también una novela sobre la falibilidad de las creencias y un retrato de costumbres de la Inglaterra profunda. Un cúmulo de ingredientes que hacen de lo más apetitosa esta novela que convierte personas reales en personajes literarios.
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