Hoy me ha sucedido algo que hace mucho tiempo que no me pasaba y que tendría que ser más habitual. Me he encontrado con un librero que sabía qué tenía en la tienda. Y sin necesidad de recurrir al ordenador. Es más, sabía de qué hablaba. He visitado la librería Documenta sin tenerlo previsto y me he comprado Isla: todos los cuentos , de Alistair MacLeod , porque al verlo he recordado una reseña muy positiva que había escrito Winston Manrique en el blog Papeles Perdidos de Babelia. Una compra casual y casi a ciegas, ya que no he leído nada de este autor, pero me gustan los descubrimientos. Mi sorpresa ha sido que al ir a pagar, el librero, Josep, me ha empezado a hablar del libro, demostrando que se lo había leído y, lo que es más, su opinión era sincera, sin tener en cuenta cómo podía influir en mi anterior decisión de comprar el libro. Traduzco: no estaba intentado vender a cualquier precio. El comentario ha sido bueno, pero de no haberlo sido, me hubiese comprado el libro igualme...